Es un hecho reconocido que cada uno de nosotros tenemos una personalidad diferente, según quien sea el receptor o interlocutor de nuestras acciones o actitudes o de las circunstancias personales ,estado de madurez personal , estado de ánimo….
Uno de los primeros aspectos que se desarrolla de la personalidad es el yo controlador/protector determina cuán emocionales podemos llegar a ser y se asegura de que no actuemos de forma indecuada o ridícula.
Ese «yo» escanea constantemente nuestro entorno para determinar cuáles de nuestros comportamientos agradará a una mayor cantidad de personas. Bajo su dirección, las conductas más sencillas y naturales, como reír, pierden la espontaneidad y se vuelven reacciones automáticas ante los estímulos del medio. Nos volvemos menos auténticos porque nuestro yo controlador/protector está monitoreando y evaluando esas supuestas amenazas.
Ese «yo» es tan solo el primero de muchos otros que desarrollaremos a medida que crecemos. Se trata de una serie de subpersonalidades que nos definirán como persona y que, en última instancia, son las verdaderas responsables de que nos comportemos de cierta manera. Por ejemplo, el «yo» controlador/protector decidirá si es importante agradarle a las personas, si es así, se incorporará al sistema de yos primarios un «yo complaciente» cuya misión será la de obtener aprobación. El yo controlador/protector también puede darle vía libre a un «yo empujador», que sería el encargado de motivarnos continuamente, sin darnos tregua, para alcanzar el éxito, o podría permitir que se forme un «yo perfeccionista».
Esos «yos» primarios han sido creados por el yo controlador/protector para formar un escudo protector que nos defienda de la vulnerabilidad, y son el resultado de diferentes aspectos con los cuales se identifica nuestro ego. También desvelan lo que resulta importante para nosotros en un momento dado, lo cual significa que ese equilibrio de yos puede cambiar en el curso de la vida, en la misma medida en que cambien nuestras prioridades.
Algunos de esos yos son agradables, familiares y curiosos pero otros son extraños o incluso desagradables, en ese caso se convierten en «yos repudiados». Básicamente, esas subpersonalidades se han formado a partir de comportamientos que han sido castigados cada vez que han emergido. Puede haber sido a través de castigos como la retirada de atención, una reprimenda verbal, una humillación pública o incluso el castigo físico.; Así, el niño aprende que esos comportamientos y los patrones energéticos que están esn su base no son aceptados socialmente, no les ayudan a tener un mayor control sobre el medio y no les protegen de la vulnerabilidad. Como resultado, los reprime. Sin embargo, esos yos no desaparecen por completo sino que se quedan en el inconsciente, desde donde continúan determinando nuestras vidas, pero de manera subrepticia.
De hecho, según la Teoría de los Yos, gran parte del estrés que experimentamos se debe a nuestra tendencia a atraer reflejos de nuestros yos repudiados en nuestras relaciones. En práctica, desarrollamos una relación ambivalente con esos yos, no los reconocemos en nosotros mismos pero nos atraen en los demás, porque es una energía que necesitamos y sino la desarrollamos nosotros, es como si nos faltará algo. Obviamente, la repetición de esos patrones en nuestras vidas sólo causa sufrimiento. ¿Cual es la solución?Abrazar esos yos repudiados.
La Técnica del «Dialogo de Voces»
El principal problema de desarrollar diferentes yos, es que perdemos el rastro de esa huella psíquica inicial. Por tanto, mientras más fuertes sea nuestra personalidad, menos vulnerables seremos pero, a la vez, más alejados estaremos de nuestra autenticidad.
A medida que una persona es más poderosa, más pierde el contacto con su ser único. El niño intuye que debe colocarse una «máscara» para lidiar con el mundo, pero con el paso del tiempo esa máscara se convierte en su personalidad y la asume como propia, hasta que llega a ser una parte de sí. Esa máscara se convierte en una verdad, que esconde lo original y auténtico que hay en nosotros, ya que estas cualidades son mal vistas en la sociedad.
¿Qué hacer para recuperar esa huella psíquica?
A principios de los años 70 los psicólogos estadounidenses Hal y Sidra Stone crearon una técnica de trabajo muy original denominada «Dialogo de Voces», que explican en detalle en el libro «Manual de diálogo de voces: Reconocer y aceptar todo lo que hay en nosotros». Su principal objetivo es canalizar cada yo a través de un ego consciente, de manera que podamos obtener lo mejor de cada uno de ellos.
Por ejemplo, cuando un «yo empujador» nos incita a esforzarnos más allá de los saludable, es conveniente dejar que el yo contrario, un «yo perezoso» `ponga el freno de mano. De hecho, debemos ser conscientes de que todos tenemos diferentes patrones energéticos con los que nos identificamos o que repudiamos, y cada uno de esos yos tiene su polo opuesto, que opera de forma consciente o inconscientemente.
A través del Diálogo de Voces podemos tomar conciencia de esa multiplicidad de yos, para hacer elecciones válidas en nuestras vidas. Se trata de una herramienta que incrementa nuestra autoconciencia y conlleva un proceso de transformación interna.
Con ésta técnica el psicólogo tiene un acceso directo a las subpersonalidades, puede separarlas de la personalidad global y lidiar con ellas como unidades psíquicas diferentes. De esta forma puede descubrir los diferentes yos, sin la interferencia del yo protector/controlador, que actúa como un crítico represivo.
Además, como cada una de esas subpersonalidades experimenta la vida de manera diferente, nos pueden brindar perspectivas nuevas de los problemas que enfrentamos o nos pueden animar a vivir de una manera más satisfactoria. A la vez, al abrazar los yos repudiados, aceptamos todas las partes de nosotros y podemos tomar el control real, para salir de esos patrones de relaciones tóxicos.
Stone, H. & Stone, S.L: (2014) Manual del Diálogo de Voces. Barcelona. Editorial Eleftheria.
Genial de nuevo y no soy de los que van leyendo blogs.Me pongo el blog en pantalla.buen trabajo
Se ve que sabes de lo que hablas.
Estoy obsesionado con Carl Jung.No conocía esa técnica pero me la apunto.Tiene toda la pinta de ser bastante práctica.A menudo lo hago aunque no de forma metódica subdividiendo en «compartimentos» mis pensamientos.
Muchas gracias Sebastian